De niña fue una alumna modelo, concurriendo a una escuela
modelo.
Tanto insistió su madre en el tema de ser cumplidora en la
escuela, que fue una de las cosas que más aprendió en la vida.
Quiso ser hija modelo, y lo hizo hasta donde su lógica le alcanzó.
Quiso ser esposa modelo y madre de las mejores y lo hizo
tanto como las circunstancias se lo permitieron.
La mayor parte de su vida consideró que lo más importante de
su cuerpo era el cerebro y también los ojos.
Tarde se da cuenta Marita,
que también otras cosas eran esenciales.
Y ahí anda sin cintura y arrastrando las piernas, y el
cerebro un poco chueco también, para no desentonar.
Le gustaba cantar, pero
las cuerdas vocales de tan poco usarlas, se le volvieron desafinadas.
Le gustaba bailar…pero solo su alma bailaba con ritmo en todas las fiestas,
hasta que se cansó de bailar así tan virtualmente, y entonces, ahora, no va más
a las fiestas.
Los años le han dejado un gran susto por todo, la
reacción desaforada ante cualquier cosa,
los reflejos exaltados y la memoria olvidada de los detalles.
El tiempo se ha vuelto un chicle para Marita. A veces se estira mucho, otras se
pasa rápido.
De tanto vivir sola entre las multitudes, Marita se cansó y
prefiere confinarse. Su casa se volvió una fortaleza donde da vueltas y más
vueltas en un circuito interminable.
Sueña la Marita
que ordena y ordena,
y que vuelve a
ordenar.
Que provee , ordena
y no puede hablar.
Sueña que se embarca y lleva valijas,
pero no se anima a
desembarcar.
Sueña con las playas,
sueña con los mares
las arenas tibias
y los olivares.
La Marita sueña
y en sus sueños ama
con todas sus ganas
con toda su alma.
Un hombre de humo
la espera en la playa…
Caricias y besos,
abrazos sin lágrimas.
Entonces Marita
pronto el alma apaga:
no puede, no debe
dejar su atalaya.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario