La habitación era muy luminosa, por las grandes ventanas.
Ya había pasado lo peor: el abandono sobre la camilla de la
guardia en un pequeño y sofocante recinto, donde el olor a muerte se hacía
insoportable y también ,la terapia intensiva.
Estaba sentado en la cama de muy buen humor. Se había reído
y escandalizado a la vez cuando la enfermera lo había acompañado al baño.
Conseguime un camisón, me dijiste con cara de pícaro pudoroso. Esto así, no va- agregaste.
Conseguime un camisón, me dijiste con cara de pícaro pudoroso. Esto así, no va- agregaste.
Vimos un rato de televisión, estaban pasando un parque
botánico y vos agregabas un montón de datos e historias sobre las orquídeas.
Estabas contento, todos habían venido a visitarte, hasta
Pedro. Recuerdo…cuando lo viste, le preguntaste adónde era el asado. Pedro dice
que te compró algo con dulce de leche y que te lo dio a escondidas.
Luego el cansancio te ganó y apagamos el televisor. Pero
veías otras cosas en la pared luminosa que estaba enfrentada a la cama y me las
ibas describiendo como si fuera una película. ¿Ves ese paisaje? Me dijiste. Es
hermoso ese río con los pedregales… ¿Lo ves?
Y veías tu vida
transcurriendo en la pared al frente de tu cama y yo no tenía más salida
que decirte que sí, que sí veía.
Tuve que adaptarme aceleradamente a cada comentario tuyo
para decidir casi sin pensar, cuál sería mi respuesta.
Hasta que te cansaste y me dijiste que lo apagara. En un
momento de inteligencia, cerré las persianas americanas de los ventanales y
así la pared dejó de brillar y la historia de tu vida encontró un cartelito que
decía FIN como en las películas antiguas.
En esos días de internación no perdiste ni el ánimo ni el
buen humor. Hombre bondadoso de alma ingenua, que seguías preocupado por tus
descubrimientos, tus labores de investigación, y lo más extraño para nosotros
que pertenecíamos a generaciones
posteriores, por un sentimiento de fidelidad a tu patria, un patriotismo
insólito para quienes el mundo globalizado nos había desdibujado la mitad de
ese concepto.
La habitación ahora estaba oscura.
Cansado de tanto ajetreo,
te dormiste, pero la energía y la luz de tu espíritu nos iluminaban a todos
para ayudarnos a superar el final.
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