martes, 24 de septiembre de 2013

SOLUCIONES CREATIVAS PARA LO PEOR.

“¿Qué es lo peor que nos puede pasar?
A veces  cuando comenzamos a reflexionar sobre lo que nos pasa,  nos parece haber salido  de otra época, pero lo peor no es cuando parece, sino cuando nos damos cuenta que realmente venimos de otro tiempo, de otras costumbres, de otras tradiciones. Reflotarlas es como entrar en la dimensión desconocida, cualquier cosa puede suceder.”

Lo peor que nos puede pasar es comenzar a encontrarnos con amigas y compañeras de trabajo sólo en un determinado lugar y solamente en ése: la sala de velatorios.
Nos pasó.
Ya eran varios entierros de amistades donde nos encontrábamos luego de no vernos por mucho tiempo.
Como los velatorios resultaban tan entretenidos porque comenzábamos con los recuerdos y  terminábamos riéndonos de todo y apostando a quién contaba la anécdota más graciosa ante las miradas duras de los no allegados al grupo, decidimos comenzar a reunirnos por algún motivo más feliz.
Cabe aclarar que el grupo estaba formado por edades que oscilaban entre los ochenta y pico y los cincuenta y tantos. Todas jubiladas ya. La mayoría habíamos trabajado mucho en educación y algunas lo seguíamos haciendo, tratando de ocuparnos de algún quehacer trascendente.
Entonces, en el último enlutecido encuentro invernal, organizamos una cena.
Llegó la noche y Martina la tomó como suya. Quería festejar sus ochenta, unos cuantos meses antes de la fecha,  por las dudas.
Todo estuvo muy bien organizado, pero regresé a mi casa con un frío raro en el alma.
Únicamente se había hablado- en mi pequeño grupo- y en forma insistente, tenebrosa, patológica, ensañada… de enfermedades y vejeces, de parientes más viejos aún, que trastornaban la vida de las no tan jóvenes y… de fallecidos, también.
En la cena, éramos todas  mujeres, porque hombres no pertenecían al grupo, o porque no los había habido o  por eso que tiene la mujer de sobrevivir…
Fracaso, absoluto.
Pasaron los meses y a Mireya, una de las integrantes con perfil culturoso del grupo, se le ocurrió la magnífica idea de organizar unas “Veladas Paquetas” donde podríamos apreciar su colección de dividís, óperas y ballet, comentario incluido para desburrarnos, y completando la función  con bocaditos en los entreactos. O con  un té servido a la inglesa, five o’clock - ni que hubiéramos sido colonia - y muchas cosas ricas aportadas por la creatividad de las concurrentes.
Y se dio la primera reunión.
Mireya nos esperaba con la mesa bien puesta, el ánimo de una niña jugando a las visitas, un cuadernillo para cada una donde estaba la síntesis ilustrada del Ballet del Lago de Los Cisnes interpretada por un Nureyev muy joven y maquillado al estilo de los setenta - demasiado celeste en los párpados  para mi gusto.
Hubo que esperar un rato a las más viejitas que venían atrasadas y con olor a naftalina y mentol. Los aromas del otoño.
La ex profesora de Castellano* se vio con la obligación de comenzar la lectura del argumento de la obra, ya que debía dar el ejemplo de lo que era una buena lectura, con la dicción, entonación y puntuación conveniente.
Con respeto sacro se inició el espectáculo, una vez puestos a punto los artefactos correspondientes: televisor, reproductor de DVD, cableríos que funcionaban y no funcionaban, etc.
Pero más tarde, las cosas cambiaron, tal vez efecto de unos bombones brasileños que alguien repartió entre las presentes…o quizás por un licorcito casero de huevo al que nadie pudo negarse.
Comenzó la diversión con los comentarios desopilantes que largaban las más audaces y luego el tono subió y subió hasta que ya no importaba que el cisne estuviera muriéndose ni que el brujo agitara con dramatismo sus alas toscas, todo era motivo de broma y cargadas en esa rueda de mujeres mayores que de tanto admirar la cultura clásica,  habíamos logrado usarla  para recuperar la risa y la amistad.


Conclusión secreta: Aunque las reuniones siguen cada quince días, no se sabe hasta cuándo.
Ahora se agregó un señor jubilado-bendito tú eres - pero aguanta bien.
Vamos rotando de casa, por las dudas, no vaya a ser que nos trague un agujero negro.

* Castellano se llamaba en la Escuela Media lo que actualmente es Lengua.
Yo me pregunto Lengua de qué. Claro, decir Español como se conoce mundialmente también sería discutible. Ya que en España se hablan más de  cuatro idiomas. Castellano era un término bien preciso. En todo caso debiera ser Lengua Argentina, porque nosotros con los españoles tenemos unas cuantas diversidades lingüísticas, que en realidad no son tantas, pero son. De todas maneras el Castellano es la gran lengua madre- para nosotros, los latinoamericanos, y ¡basta! Diría mi profe de italiano.
PD:
¡Las reuniones ya llevan diez años y siguen!


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