miércoles, 20 de agosto de 2008

El minotauro





El Minotauro

Quedó dando vueltas por la cueva, esperando pacientemente su presa, sacudiendo sordamente los casquillos de sus dos patas traseras en forma alternada, intentando ordenar objetos con la dificultad impuesta por sus cortas extremidades delanteras, casi diríase superiores por su ubicación, que finalizaban en unas manos pequeñas y suaves .
Se movía buscando alguna cosa con sus ojos vidriosos, la mirada indefinida, mientras los resoplidos arrojaban pequeñas nubes de vapores etílicos.
Esperó dando vueltas y más vueltas hasta la medianoche, cuando ella se cansó de observarlo, y se fue calladamente hacia el sitio de dormir.
Él, siempre con la calma de la fiera que acecha, con los mismos tiempos alargados y los movimientos lentos, se fue acercando.
Entonces comenzó a embestir el aire con los cuernos, como queriéndose abrir camino a través de la atmósfera enrarecida por sus propias emanaciones.
Los recorridos circulares se cerraron poco a poco, hasta que su sólido cuerpo, más de buey que de hombre, con las crines erizadas por el deseo, cayó pegajosamente sobre la presa.
Ella, recibió los vapores tóxicos resoplados con agitación sobre su rostro y se dejó perder sin pretensiones, en extensas dimensiones concéntricas, hasta lograr con sincronía llegar a la misma meta de la bestia.
Entonces cayeron ambos, con un profundo cansancio, uno al costado del otro, enlazados por los intrincados pliegues de las telas sedosas del lecho y la intensidad de los olores salvajes de la tierra, de los musgos húmedos y de sus propios cuerpos, sudorosamente fríos…

2 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso amiga!

Bea Candiani dijo...

Gracias amiga en el arte!